Luego del altercado en el concierto de Luis R. Conriquez en la Feria del Caballo de Texcoco, la presidenta Claudia Sheinbaum salió al paso de la polémica: los narcocorridos no están prohibidos en México, pero su gobierno apuesta por impulsar una nueva narrativa musical que no glorifique la violencia.
La noche del viernes pasado, el cantante de regional mexicano se vio obligado a salir del escenario después de que el público lo abucheara y le arrojara objetos cuando anunció que no cantaría narcocorridos porque, según él, ya estaban vetados. “Nos sumamos a la causa de cero corridos y pa’ delante”, publicó luego en redes sociales, desatando un debate nacional.
En medio de la controversia, Sheinbaum fue cuestionada este domingo 13 de abril, durante un acto del programa Vivienda para el Bienestar en Aguascalientes, sobre si su gobierno había prohibido este tipo de canciones. “No están prohibidos, eso es importante. Lo que queremos es promover música con otros contenidos. No se trata de censura, sino de un proceso educativo, formativo”, respondió la mandataria.
Aclaró que su administración no pretende ejercer ningún tipo de prohibición, sino incentivar una transformación cultural: “Estoy en contra de prohibir, de censurar. Más bien, se trata de promover otros contenidos que no hagan apología de la violencia”, subrayó.
En este contexto, mencionó el concurso México Canta, una iniciativa federal que busca impulsar el talento musical nacional con mensajes positivos, como alternativa a los géneros que celebran figuras del crimen organizado.
El uso de nombres y hechos vinculados al narcotráfico en la música no es nuevo, sobre todo en el género regional mexicano. Sin embargo, el tema volvió a encenderse tras un show de Los Alegres del Barranco, quienes proyectaron imágenes de Nemesio Oseguera, alias “El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, en plena presentación. El concierto tuvo lugar pocos días después de que se hallaran restos humanos en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, Jalisco, lo que generó una ola de críticas por la falta de sensibilidad.
El caso de Luis R. Conriquez reavivó el debate sobre los límites entre la libertad de expresión artística y la responsabilidad social del contenido musical, un tema que Sheinbaum ha decidido abordar desde la educación y no desde la censura.