WASHINGTON, D.C. (EA) — La administración del expresidente Donald Trump está considerando llevar a cabo ataques con drones contra cárteles de drogas en México como parte de una estrategia ampliada para frenar el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos, según revelaron a NBC News seis funcionarios actuales y anteriores del ámbito militar, policial y de inteligencia.
Las discusiones, aún en una fase preliminar, han involucrado a la Casa Blanca, el Departamento de Defensa y agencias de inteligencia, y contemplan acciones coordinadas con el gobierno mexicano para atacar objetivos logísticos y operativos de los cárteles, dijeron las fuentes. No obstante, también se ha discutido la posibilidad de acciones unilaterales, sin el consentimiento de México, como último recurso.
Aunque no se ha tomado una decisión definitiva, el ejército y la CIA han intensificado los vuelos de vigilancia sobre territorio mexicano con la aprobación del gobierno de Claudia Sheinbaum, presidenta de México desde octubre. La inteligencia recolectada estaría destinada a crear una lista de objetivos que incluiría líderes criminales, vehículos, almacenes y centros de producción, de acuerdo con las fuentes consultadas.
El Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, así como la presidencia mexicana y el Ministerio de Relaciones Exteriores, no respondieron a solicitudes de comentarios.
Un precedente sin igual
Una operación conjunta de este tipo no sería inédita, pero sí podría alcanzar niveles sin precedentes en cuanto al número de personal estadounidense involucrado y el uso de drones armados en territorio mexicano.
La reciente designación de seis cárteles como organizaciones terroristas extranjeras por parte de la administración Trump ha ampliado el marco legal para realizar operaciones encubiertas y de inteligencia contra sus redes, tanto en México como en otros países.
Derek Maltz, exagente de la DEA, afirmó que esta designación ha abierto nuevas herramientas de combate. “Idealmente, se debe trabajar con el gobierno mexicano”, dijo. “Pero la seguridad de nuestros hijos está en juego.”
Tensiones diplomáticas
El exembajador mexicano en EE. UU., Arturo Sarukhán, advirtió que una acción militar unilateral por parte de EE. UU. podría tener consecuencias severas. “Sería una violación del derecho internacional y un acto de guerra”, señaló. También atribuyó parte del problema a la falta de acción del propio México durante la última década frente al narcotráfico.
La presidenta Sheinbaum, quien asumió tras el mandato de Andrés Manuel López Obrador, ha mostrado mayor disposición a colaborar con Washington. Ha autorizado vuelos de vigilancia y desplegado 10,000 soldados en la frontera norte para inspeccionar vehículos y frenar el tráfico de drogas.

El mes pasado, México extraditó a 29 presuntos narcotraficantes, entre ellos a Rafael Caro Quintero, implicado en el asesinato de un agente de la DEA en la década de 1980.
Sin embargo, persiste el escepticismo. Un exdiplomático estadounidense, bajo condición de anonimato, dijo que las autoridades mexicanas aún ven con recelo las intenciones estadounidenses. “No les hemos dado razones para confiar plenamente”, expresó.
“Los guantes están fuera”
La jefa de la DEA en Phoenix, Cheri Oz, declaró que los esfuerzos actuales marcan un cambio de enfoque. “Los guantes están fuera”, dijo a NBC News. “Lo que hacemos ahora está funcionando, y veremos resultados en los próximos meses.”
Pese a que las muertes por sobredosis de fentanilo en EE. UU. disminuyeron un 24% el año pasado, funcionarios admiten que el contrabando continúa en niveles elevados. La DEA estima que solo una fracción del fentanilo que cruza la frontera es detectado.
Oz afirmó que los cárteles están desorganizados ante la creciente presión bilateral. “No saben cómo reaccionar”, dijo. “Están fuera de balance.”
Dudas sobre la efectividad de la vía militar
Expertos y exfuncionarios expresaron dudas sobre el impacto de una ofensiva militar. Vanda Felbab-Brown, especialista del Brookings Institution, advirtió que los ataques con drones son riesgosos y poco efectivos. “Interrogar a líderes criminales sería más útil”, opinó.
Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA, señaló que los cárteles no operan instalaciones sofisticadas que puedan ser fácilmente atacadas. “Utilizan tinas metálicas y palas para mezclar los químicos”, explicó. “Además, muchos contrabandistas son ciudadanos estadounidenses que cruzan por puertos legales.”
Annie Pforzheimer, exdiplomática en temas antinarcóticos, agregó que el fentanilo, por su concentración, no requiere redes logísticas extensas. “Cabe en el maletero de un coche”, afirmó.
Sin embargo, un exoficial militar argumentó que la presión sostenida podría obligar a los cárteles a abandonar el tráfico de fentanilo. “No son terroristas ideológicos. No quieren morir por su trabajo”, dijo.
Escenario incierto
Mientras Trump busca una postura más dura, el futuro de la cooperación bilateral sigue en juego. La administración ha reforzado su presencia militar y de inteligencia, pero aún no define si avanzará con ataques con drones, y bajo qué condiciones.
Por ahora, Estados Unidos y México caminan una línea delgada entre la colaboración y el conflicto, con una amenaza invisible que sigue cruzando la frontera: el fentanilo.