Ayer, en la carretera Mitla-Tehuantepec, la vida de Vicente Pineda cambió para siempre. Cuatro de sus seres más queridos viajaban en el autobús que sufrió un trágico accidente: su madre Griselda Vázquez Luis, su esposa Eloyda Soto y sus hijos Vicente Filemón y Reyna Griselda. Ninguno de ellos sobrevivió.
En una entrevista para el medio local cortamortaja , Vicente mencionó la última vez que habló con su esposa. Horas antes del accidente, ella le informó que el autobús presentaba fallas. “No te preocupes, ya lo están arreglando”, le dijeron. Confiado en que el problema se solucionaría, no imaginó que esa sería una de las últimas conversaciones con su familia.
Eran aproximadamente las 9:00 de la mañana cuando recibió la última llamada de su esposa. A través del teléfono, entre lágrimas, alcanzó a escuchar su súplica desesperada. Luego, la llamada se cortó. Intentó comunicarse nuevamente, pero nunca más obtuvo respuesta.
Horas después, en busca de respuestas, Vicente se comunicó con “Chepe” Pedro Vladimir, líder de la organización FUCO, con la que su familia viajaba a la Ciudad de México para asistir a un mitin encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum. Al principio, nadie sabía lo que había sucedido. Solo más tarde, tras angustiosos momentos de incertidumbre, le confirmaron que el autobús donde viajaba su familia había sufrido un accidente, pero no tenían información de su familia.
Fue hasta las 5 de la tarde cuando recibió la confirmación definitiva. Todo se desmoronó. La familia que horas antes viajaba con ilusión había desaparecido en un instante.
Los pasajeros del autobús regresaban de la Ciudad de México tras asistir a una asamblea informativa convocada por la presidenta Claudia Sheinbaum en el Zócalo capitalino. La movilización fue organizada por el senador morenista Antonino Morales Toledo y transportaba a 42 personas, de las cuales 18 perdieron la vida y 8 se encuentran hospitalizados.
A pesar del dolor, Vicente no culpa a nadie. “Fue un accidente, lo comprendo”, dice con resignación. No pide nada, solo queda el vacío inmenso de la pérdida y el eco de esas últimas palabras que aún resuenan en su mente.