En una guerra, la primera víctima es la verdad. Engalanados por la exageración, los contendientes mienten con tal de hacer avanzar sus intereses. Frente al conflicto, la cordura se muestra esquiva. El narcisismo echa del terreno del debate a la razón. Asoma así el puro y desnudo ejercicio del poder.
Junto a la presidenta Claudia Sheinbaum, llegaron todas menos una, Norma Piña. La inconducta de la mandataria le impidió invitarla al acto más republicano de nuestro país, la Conmemoración de la Promulgación de la Constitución.
La jefa del Ejecutivo la hizo pagar por supuestamente estorbar a su mal llamada elección judicial, que acabará con lo único que a nivel federal más o menos funcionaba en materia de impartición de justicia.
La venganza presidencial no es porque la Corte haya irrespetado su investidura, sino por no haber contado con su sometimiento.
El odio y el rencor que consumen a la inquilina de Palacio Nacional la llevaron a convertir el 108 aniversario de la Constitución federal en la fiesta de cumpleaños de su movimiento.
Durante muchos años, investigadores y curiosos se plantearon la cuestión: ¿Cuándo caería la República?
Para desgracia de todos, ese día llegó.
La República ha muerto. La ultimó Claudia Sheinbaum. Y muy a nuestro pesar, tuvo muchos cómplices.
P.D. Se equivoca Ciro Gómez Leyva, esta no es una derrota de Norma Piña, es un fracaso para el país. En todo caso, sería un punto bajo en la historia de la nación, nada más.