De acuerdo con la historia transmitida de generación en generación, en 620, un arriero llevaba a sus mulas por las calles de Oaxaca en su camino Guatemala.
El arriero se sorprendió al ver que llevaba una mula más que llevaba cargando una caja muy grande. Llegando a la Ermita de San Sebastián, la mula se colapsó por el enorme peso que cargaba.
El arriero trató sin éxito levantarla, y debido al temor de que las autoridades pudieran creer que quería robar lo que llevaba adentro de la caja, se decidió llamar a los oficiales.
Las autoridades alzaron la caja, la mula se levantó para inmediatamente caer muerta. Los policías querían ver qué llevaba adentro la caja y la abrieron, encontrando una hermosa imagen de la Virgen de la Soledad, un crucifijo y un letrero que decía “La Virgen de la Cruz”. Debido a ello, el obispo Bartolomé Bojórqueza mandó ordenar la construcción de un santuario en honor a la Virgen.
Por los 400 años de esta aparición, el papa Francisco concedió un año jubilar, con el objetivo de acercar a toda la grey a su iglesia con el ofrecimiento de la gracia del perdón a través de la confesión los 365 días que comprendió el 2020.
Como consecuencia de la pandemia y a las recomendaciones sanitarias de evitar fiestas y aglomeración de gente, los festejos por los 400 años fueron suspendidos.