No entiendo por qué la gente conduce a alta velocidad en las autopistas Oaxaca-Coacnopalan, Barranca Larga -Ventanilla o Ixtepec-Salina Cruz, como si les ofrecieran un premio por llegar primero a su destino. Considero que, en estos tiempos, las personas viven sin precaución, manejan a velocidades extremas y sin reflexionar. Parece que aceptan su destino: la muerte o lesiones incapacitantes para el resto de sus vidas. Les advierten: “No corran”, pero aplican la operación “popote”: por un lado entra y por otro sale. ¡Siguen corriendo como alma que lleve el diablo! Esto explica la alta incidencia de accidentes y muertes lamentables.