Las mujeres privadas de la libertad en México enfrentan una serie de desafíos y desigualdades que afectan su bienestar y posibilidades de reinserción social. Las mujeres en situación penitenciaria constituían aproximadamente 12 mil hasta febrero de 2021, su minoría numérica ha resultado en una atención insuficiente a sus necesidades específicas.
La mayoría de los centros penitenciarios en el país no están diseñados para atender las particularidades de las mujeres. De los centros penitenciarios existentes, son muy pocos diseñados exclusivamente para mujeres, la mayoría son mixtos o destinados a hombres, lo que limita el acceso de mujeres a servicios adecuados.
Otro problema particular, es que las mujeres privadas de su libertad no cuentan con una atención médica especializada, programas de rehabilitación y reinserción social adaptados, a medida que permitan la convencía con sus hijos menores.
Las mujeres en reclusión son más vulnerables a la estigmatización y a sufrir violencia de género dentro de los centros penitenciarios. La falta de personal capacitado y de protocolos adecuados para prevenir y atender casos de violencia de género agrava esta situación.
De acuerdo a datos de la Subsecretaría de Sistema Penitenciario de la Ciudad de México, el 80% de las mujeres privadas de libertad en la Ciudad de México son madres. De estas, 59 viven con sus hijos en reclusión. Esta situación afecta el desarrollo y bienestar de los menores, quienes se ven privados de una crianza adecuada y de la posibilidad de vivir en un entorno familiar estable.
Es esencial que las autoridades mexicanas reconozcan y aborden estas desigualdades y problemas específicos que enfrentan las mujeres privadas de libertad, garantizando condiciones de reclusión dignas y programas de rehabilitación y reinserción social que consideren sus necesidades particulares.