WASHINGTON (EA) — El presidente Donald Trump impuso aranceles a las importaciones provenientes de las Islas Heard y McDonald, un remoto archipiélago australiano del océano Índico sin habitantes humanos, donde solo viven focas y pingüinos. La medida, dada a conocer durante su “Día de la Liberación”, ha generado sorpresa y confusión entre expertos y funcionarios internacionales.
La sanción consiste en un arancel del 10% sobre productos originarios de esas islas, que carecen de infraestructura, residentes permanentes y actividad económica significativa. No obstante, el territorio fue uno de los pocos explícitamente mencionados en la lista oficial de países y regiones afectadas, publicada por la Casa Blanca.
Las Islas Heard y McDonald, situadas cerca del círculo polar antártico, son una reserva natural bajo soberanía australiana. Han sido catalogadas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a su biodiversidad y su valor científico. No hay construcciones ni habitantes permanentes, salvo expediciones ocasionales y actividad pesquera limitada en aguas adyacentes.
A pesar de la ausencia de población o economía local, registros del Banco Mundial indican que Estados Unidos importó 1.4 millones de dólares en mercancías desde ese territorio en 2022, principalmente maquinaria y productos eléctricos. En los últimos cinco años, las importaciones anuales fluctuaron entre 15 mil y 325 mil dólares.
“Esto parece una aplicación automática basada en bases de datos geográficas, no en relaciones comerciales reales”, dijo un analista de comercio al diario The Guardian, aludiendo a lo inusual de sancionar territorios sin intercambio comercial relevante.
Además de las Islas Heard y McDonald, la lista de sancionados incluye otros territorios pequeños y remotos, como Tokelau (dependencia de Nueva Zelanda) y las Islas Cocos (también australianas), que en conjunto apenas superan los 2 mil habitantes.
“Ningún rincón del planeta está a salvo”, declaró con ironía el primer ministro australiano, Anthony Albanese, al ser cuestionado sobre la medida.
Las consecuencias para Australia podrían ser significativas. Según estimaciones de la consultora KPMG, los nuevos aranceles podrían costarle al país hasta 27 mil millones de dólares australianos, lo equivalente a aproximadamente 1% de su Producto Interno Bruto. También se prevé un aumento de hasta un punto porcentual en la inflación.
La inclusión de territorios sin actividad económica ha encendido alertas entre economistas y diplomáticos. Algunos advierten que este tipo de decisiones debilitan la seriedad de las sanciones comerciales y podrían generar represalias por parte de otros países. En Washington, críticos de la política arancelaria de Trump han señalado la medida como ejemplo de una estrategia improvisada.
El gobierno australiano anunció que apelará la decisión ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y buscará acelerar tratados comerciales con naciones asiáticas para reducir su dependencia del mercado estadounidense.
Mientras tanto, la presencia simbólica de focas y pingüinos en la más reciente guerra arancelaria se ha convertido en motivo de debate sobre la efectividad y credibilidad de las medidas económicas unilaterales.