El crecimiento de la participación femenina en el acceso a la educación superior se refleja en el hecho de que, en los últimos años, la tasa de escolaridad de las mujeres en edades correspondientes a la educación superior (18 a 22 años) ha aumentado de manera constante. En 2020, la tasa de escolaridad para las mujeres de 18 a 22 años fue de 43.4%, mientras que para los hombres fue de 38.1%. Esta tendencia es un indicativo de la creciente inclusión de las mujeres en el ámbito universitario, donde antes su participación era considerablemente más baja.
A pesar de estos avances, las mujeres aún enfrentan desafíos importantes. En muchas comunidades indígenas, las mujeres enfrentan mayores dificultades para continuar su educación debido a la discriminación de género, el acceso limitado a becas y las barreras culturales. De acuerdo con el INEGI, solo el 18.5% de las personas de comunidades indígenas entre 19 y 23 años habían completado la educación superior en 2020, en comparación con el 42.7% en las áreas urbanas.
Aunque el acceso a la educación superior ha aumentado, las mujeres continúan enfrentando obstáculos en la transición hacia programas de posgrado. Aunque en las últimas décadas ha crecido la matrícula femenina en posgrados, las mujeres todavía enfrentan barreras significativas para acceder a estos programas. Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en 2021, las mujeres representaban el 47% de la matrícula total en programas de maestría y el 42% en doctorados, lo que refleja una participación aún desproporcionada respecto a su presencia en los primeros niveles de educación superior.
Las mujeres en México, al igual que en otros países de la región, enfrentan una brecha salarial significativa que se agudiza en la medida que avanzan en sus estudios y carreras profesionales. Las mujeres mexicanas ganan, en promedio, 16.6% menos que los hombres en el sector formal, y esta disparidad se refleja en las decisiones sobre la inversión en educación superior y posgrados. Muchas mujeres se ven obligadas a priorizar el trabajo remunerado por encima de sus estudios, especialmente aquellas que provienen de contextos socioeconómicos bajos o que son jefas de familia.
Otro factor que limita el acceso de las mujeres a los posgrados es la persistencia de roles tradicionales de género que asignan a las mujeres la responsabilidad del cuidado familiar. De acuerdo con el estudio “Desigualdades de género en la educación superior en México”* (UNAM, 2021), el 42% de las mujeres que abandonan sus estudios de posgrado mencionan como principal causa las responsabilidades familiares.
El acceso de las mujeres a la educación superior y los posgrados en México ha experimentado avances significativos en las últimas décadas, pero todavía existen obstáculos estructurales, culturales y económicos que limitan su plena inclusión y participación en estos niveles educativos. A pesar de que las mujeres ya representan más de la mitad de la matrícula universitaria, su representación en los posgrados es aún insuficiente, y las brechas de género siguen siendo una realidad, particularmente en las regiones más marginadas del país. Para superar estas desigualdades, es fundamental seguir impulsando políticas públicas inclusivas que promuevan la equidad de género en todos los niveles educativos y que proporcionen condiciones más favorables para las mujeres que buscan continuar su educación.