Un profundo silencio envolvió esta mañana la Plaza de San Pedro mientras el féretro de Francisco, el papa que transformó la Iglesia con su cercanía y sencillez, ingresaba a la basílica donde permanecerá hasta el viernes para ser despedido por los fieles. El Vaticano vive ya los días solemnes de la Sede Vacante, ese periodo sin pontífice en el que todo se paraliza para rendir tributo al papa saliente y preparar la elección de su sucesor.
A las 9:00 horas en punto, el ataúd del pontífice fue trasladado desde la residencia de Santa Marta —su hogar desde el inicio de su pontificado y hasta su muerte este lunes— hasta el corazón del catolicismo, conforme al protocolo fúnebre reservado a los papas. La procesión comenzó con una oración encabezada por el camarlengo, el cardenal Kevin Joseph Farrell, y atravesó la Plaza de Santa Marta y la de los Protomártires Romanos, para finalmente entrar a la basílica por la puerta central, bajo la mirada de miles de personas que esperaban en silencio.
Los cardenales y patriarcas, ataviados con su hábito coral, se reunieron en Santa Marta desde las 8:45 horas, mientras que obispos, canónigos, penitenciarios y otros miembros de la Capilla Pontificia lo hicieron media hora antes en las inmediaciones. Todo se desarrolló con la solemnidad y precisión que dicta la tradición vaticana.
Una vez dentro de la basílica, el féretro fue colocado frente al altar de la Confesión, donde reposa también el apóstol Pedro. En ese punto sagrado, símbolo del martirio cristiano bajo el imperio de Nerón, el cardenal Farrell presidió la Liturgia de la Palabra. Tras la ceremonia, se abrieron las puertas para que la gente pueda visitar la capilla ardiente y despedirse del pontífice argentino, cuyo legado ya se discute entre creyentes y no creyentes por igual.
Francisco quiso un adiós sencillo. A diferencia de sus predecesores, eligió un ataúd de madera y zinc sin catafalco, por lo que su féretro permanece al nivel del suelo, sin elevaciones ni ornamentos excesivos. Viste sotana roja, mitra blanca y sostiene un rosario entre sus manos. Su decisión parece un reflejo coherente con su estilo de vida austero y su mensaje de humildad.
El Vaticano, sin embargo, no solo mira al pasado. Ya ha comenzado el proceso para elegir al nuevo pontífice. El martes se reunió por primera vez la congregación general de cardenales presentes en Roma, lo que marca el arranque de la antesala al cónclave. En estas sesiones iniciales, que algunos llaman la “precampaña papal”, se perfilan las ideas y posturas que definirán el voto en la Capilla Sixtina.
Por ahora, la atención del mundo sigue puesta en Roma. Líderes internacionales ya confirmaron su asistencia al funeral del próximo sábado, y las autoridades italianas han desplegado un amplio operativo de seguridad para controlar la masiva afluencia de fieles y visitantes que desean dar el último adiós al papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano, el hombre que quiso una Iglesia con olor a calle.