El acceso de las mujeres oaxaqueñas a la educación presenta desafíos significativos que reflejan disparidades profundas y persistentes en comparación con los hombres y con mujeres de otras regiones del país.
De acuerdo con los datos del último censo del 2020, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) indica que la población analfabeta en el estado es de más de 227 mil mujeres en comparación a poco más de 123 mil hombres. Este indicador evidencia una barrera inicial significativa para muchas mujeres oaxaqueñas en su búsqueda de desarrollo personal y profesional a través de la educación formal.
Además del analfabetismo, otro aspecto preocupante es el porcentaje de población de 15 a 24 años según el sexo que asiste a la escuela. Según el mismo reporte del INEGI, solo el 39.8% de las mujeres se encuentra cursando su educación media superior o superior, mientras que el 40.3% de los hombres la cursa. Esta cifra revela una brecha educativa profunda en comparación con los hombres del mismo grupo de edad y con mujeres de otras entidades federativas en México.
Las causas de estas disparidades son multifacéticas y están arraigadas en factores socioeconómicos, culturales y geográficos. En nuestro Estado persisten patrones tradicionales que limitan las oportunidades educativas de las mujeres, como roles de género arraigados que priorizan el trabajo doméstico sobre la educación formal. La discriminación de género también juega un papel crucial, perpetuando estereotipos que subestiman la capacidad intelectual y el potencial de nosotras las mujeres para alcanzar niveles educativos más altos.
Otro aspecto crítico que afecta el acceso de las mujeres oaxaqueñas a la educación es la infraestructura escolar insuficiente y la falta de recursos adecuados en las comunidades rurales y marginadas. Muchas mujeres enfrentan largas distancias para llegar a las escuelas, a menudo carecen de instalaciones sanitarias adecuadas y enfrentan condiciones de estudio precarias que dificultan su rendimiento académico y su permanencia en el sistema educativo.
Frente a estos desafíos, es imperativo implementar políticas públicas efectivas que promuevan la equidad de género en la educación y que aborden las barreras estructurales que enfrentan las mujeres oaxaqueñas. Esto incluye invertir en
infraestructura educativa adecuada, mejorar la calidad de la enseñanza en zonas rurales y marginadas, y diseñar programas que fomenten la inclusión y la participación activa de las mujeres en todos los niveles educativos.
Asimismo, es fundamental sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de la educación de las mujeres como un motor de desarrollo social y económico. Empoderar a las mujeres a través de la educación no solo contribuye a la reducción de la pobreza y la desigualdad, sino que también fortalece el tejido social al ampliar las oportunidades de participación activa y liderazgo de las mujeres en sus comunidades.
Finalmente, aunque el panorama educativo para las mujeres oaxaqueñas presenta desafíos significativos, también ofrece oportunidades claras para mejorar mediante políticas inclusivas y acciones coordinadas que aseguren un acceso equitativo y de calidad a la educación para todas las mujeres en el estado.