La paz social es indispensable para asegurar la gobernanza, ningún estado democrático puede imponer la estabilidad a punta de pistola. La justicia debe imperar por encima de la violencia.
Heródoto espetó en el siglo V antes de Cristo: la primera historia se escribió con la esperanza de evitar que se pierda el recuerdo de lo que los hombres han sido, y por esa razón la historia de la humanidad no es solo un relato de sangre y muerte, sino tambien de honor, memoria, triunfo, bondad y civilización.
Según estimaciones oficiales de enero a septiembre de este año se han cometido 1 millón 361 mil 735 delitos en territorio mexicano, de esta espeluznante cifra 21 mil 879 han sido homicidios dolosos, 704 feminicidios, 640 secuestros y 163 mil 686 actos tipificados como violencia intrafamiliar, por mencionar algunos.
En Oaxaca la incidencia delictiva arroja durante el mismo periodo un total 28 mil 952 delitos perpetrados, de estos, 618 han sido homicidio dolosos, 25 feminicidios, 21 secuestros y 4 mil 736 hechos tipificados como violencia intrafamiliar, unos cuantos botones de muestra por demás inquietantes.
En las condiciones relatadas la entidad oaxaqueña está por debajo del promedio que apunta a los 42 mil 554 delitos, ocupa el lugar número 18 en incidencia delictiva a nivel nacional,
De enero a septiembre de este año 0.77%, menos del 1%, de los 4 millones 143 mil 593 habitantes de la entidad han sido víctimas de hechos típicos, antijuridicos y punibles.
Pero el drama penal no se puede festinar por lo reducido de sus cifras, sobre los hombros de la Fiscalía General gravita la urgencia por judicializar correctamente las 28 mil 950 carpetas de investigación, para procurar justicia a los 825 niños, 1 mil 207 adolescentes y 23 mil 180 adultos que figuran como víctimas de los delitos
Esas 31 mil 930 víctimas demandan que se aplique la ley, no la de la selva, sino la ley de la civilización, por la que al principio nos unimos y dejamos de lado nuestras diferencias para proteger las cosas que importan.
La teratología es el cruce entre la biología y la embriología, el estudio de lo monstruoso, y para comprender y detener la espiral de violencia que enfrentamos es necesario encontrar el punto teratológico, el año cero, el momento de quiebre en el trayecto.
En esta carrera hacia el abismo, de la que seguro no habrá un ganador, la corrupción y la ineficacia han erosionado el prestigio de la autoridad, la connivencia entre los agentes de la ley y los criminales ha sembrado la desconfianza entre los ciudadanos.
Por eso es indispensable que, de los números medianamente aceptables en este rubro, la Fiscalía General bajo la férula de Rubén Vasconcelos Méndez obtenga las condenas de los justiciables, porque el fin de la sanción no es la pena sino la reparación del daño -cuando esta sea posible-, es tambien la reinserción social del delincuente por utópico que parezca.
Urge desmontar el mantra de impunidad que por años se ha posado sobre nuestra sociedad y el baldón de cómplices que en muchos casos con justa razón se les ha endilgado a los operadores del sistema judicial en México.
Algo se rompió y es urgente restaurarlo, porque la sangre está manchando el aire. Si el tejido social no se repara no habrá futuro posible, vale recordar que la prosperidad tiene sentido solo si hay familias que la puedan disfrutar.