* Avalado por la experiencia de 36 años en la investigación y construcción de Presas Bajo Tierra, plantea esta innovadora alternativa para solucionar el problema del agua en México y en Oaxaca.
* El monto de la inversión en ningún caso ha sido mayor a los seis millones de pesos, incluyendo los proyectos técnicos y la construcción, y ninguno ha requerido un tiempo mayor a los seis meses.
El ingeniero Miguel de Jesús Álvarez Sánchez alertó aquí del riesgo de pasar de las protestas por la creciente irritación social, por el agravamiento de la crisis del agua, a los estallidos de violencia.
Avalado por la experiencia de 36 años en la investigación y construcción de Presas Bajo Tierra, plantea esta alternativa innovadora para solucionar el problema del agua en México y en Oaxaca.
El problema de la escasez del agua tiene dos vertientes, la más sencilla y la mejor es que todo mundo tenga agua y los intereses en conflicto se acaben, y que no se tenga, y estalle la “guerra del agua”.
La crisis del agua no se detiene. El abatimiento de los niveles freáticos por el cambio climático provoca falta de agua por varios factores, pero principalmente por la mano destructora del hombre.
Demandó rescatar de la contaminación los cinco ríos de la ciudad de Oaxaca, especialmente el Atoyac y Salado. México no debe entrar en emergencia hídrica como en Somalia o África del Norte.
Egresado de la Universidad de Querétaro, postgraduado en la Universidad de Kioto, becado por el gobierno japonés, es un emprendedor que quiere quitar la sed a México con presas subterráneas.
El monto de la inversión en las Presas Bajo Tierra no es mayor a los seis millones de pesos, incluyendo los proyectos técnicos y la construcción, y ninguna ha requerido un tiempo mayor a los seis meses.
Su dimensión no es muy grande, tiene un desarrollo de 8 metros y el área húmeda 8-9 metros, y la profundidad no llega a 5 metros. El desarrollo para la entrega del agua es de más de un kilómetro.
Oaxaca es bendecida por las montañas que rodean a la capital por las que fluye el agua, lo que da una alta posibilidad de construir Presas Bajo Tierra en muchos lugares. Oaxaca tiene esa bondad.
Desde el punto de vista técnico, insistió el ingeniero Álvarez, hay altas posibilidades que se puedan construir Presas Bajo Tierra en el estado de Oaxaca porque la naturaleza la dotó de mucha agua.
En defensa de su afirmación, el investigador y constructor preguntó: ¿De dónde obtienen las pipas el agua? Los problemas que corresponde resolver a las autoridades son la captación y distribución.
Hace un par de años la asociación Vive la Calzada le solicitó elaborar el proyecto ejecutivo de una Presa Bajo Tierra en el Río San Felipe, en las inmediaciones de la Agencia Guadalupe Victoria.
Se ubica en la zona de menor contaminación, con características antisísmicas porque Oaxaca es zona sísmica y el Gobernador Salomón Jara está interesado. “Esperemos que se dé y pronto”, confió.
Recomendó elaborar un proyecto integral con la academia, no solo acciones aisladas ni “parches”, y tener información vital para la toma de decisiones, el ordenamiento y la administración del agua.
El 10 de abril de 2017 obtuvo el primer título de la patente en el área de geohidrología, con el objeto de tener mayor certeza en estas innovadoras actividades de la captación del agua subsuperficial.
Y dio al programa de televisión Oaxaca en la Mira, por Regeneración Pluralidad, Mujeres y ECMC, la primicia de su segunda patente No. 407594, Método para la Construcción de una Presa Bajo Tierra.
La otorgó el 30 de noviembre el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial. Se solicitó el 22 de noviembre de 2021 y expidió el 30 de octubre de 2023, con vigencia al 22 de noviembre de 2041.
El pasado 16 de junio entregó en la Sierra Gorda de Querétaro la presa número 12 a Carrizalillo y La Vereda, con 430 habitantes, quienes después de tener una pipa cada mes, hoy tienen agua a diario.
El 31 de agosto entregó otra presa en Charape de los Pelones a una población de 350 habitantes y en 2016 se hizo otra en el Ejido El Pilón, en el municipio de Peñamiller, que trabaja por gravedad.
Esta última tiene el mismo principio del proyecto de San Felipe, no necesita energía eléctrica. Siempre se busca que el abasto sea sustentable, al igual que la recolección y el control del agua.
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