Fuertes explosiones se sintieron este viernes en Sudán, en una nueva jornada de enfrentamientos entre el ejército y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), tras reanudarse los combates cerca del Palacio Presidencial en la capital, Jartum. Es el segundo día de la tregua de una semana que ninguno de los bandos ha respetado.
Residentes aseguraron que el ruido de bombardeos y disparos de armas pesadas no ha cesado, mientras que los aviones de combate sobrevuelan la zona de Jartum Norte, donde las FAR están posicionadas y se libra una feroz batalla desde el jueves. Las amenazas de sanciones por parte de Estados Unidos tampoco parecen preocupar a los generales que chocan en una dura lucha por el poder.
El jueves, el presidente estadounidense, Joe Biden, clamó que “la tragedia debe terminar” y advirtió que podría imponer sanciones a “los individuos que amenazan la paz”, sin nombrar a nadie. Los hombres al mando de Abdel Fatah al Burhan, en el ejército, y del general Mohamed Hamdan Daglo, en las FAR, llevan más de tres semanas de enfrentamientos, que según la ONG ACLED han dejado al menos 700 muertos.
Drama humanitario
Las cifras del Ministerio de Salud sudanés, en tanto, hablan de 550 civiles muertos y 5.000 heridos, en un recuento que todos los especialistas consideran poco representativo de la realidad. La ONU, por su parte, estima en 335.000 los desplazados, entre ellos 115.000 que debieron abandonar Sudán. La entidad pidió 444 millones de dólares para ayudar al país, uno de los más pobres del mundo.
James Elder, un portavoz de la agencia de la ONU para la infancia, Unicef, afirmó que 190 niños habrían muerto y 1.700 habrían sido heridos entre el 15 y el 26 de abril, según datos proporcionados por establecimientos sanitarios de Jartum y de Darfur (oeste), aunque precisó que Naciones Unidas todavía no los había podido verificar de forma independiente.
Por Agencias.