Desde comienzos de agosto, los meteorólogos venían advirtiendo en Greciadel peligro de un mega incendio en la región de Ática. No sirvió de mucho. Desde el domingo, las llamas causan estragos al norte de Atenas. Entretanto han calcinado bosques, viviendas, escuelas, estadios y fábricas.
Cada vez más localidades han tenido que ser evacuadas, entre ellos la histórica Maratón. Su alcalde, Stergios Tsirkas, habló de una catástrofe de dimensiones apocalípticas. “De momento, es difícil estimar el área quemada, pero, según un cálculo aproximado, sería casi un 30 por ciento del municipio”, indicó.
Pese a los desesperados esfuerzos de los bomberos, el fuego consumió en 24 horas más de 10 mil hectáreas.
La nueva normalidad
En la capital griega, el humo y el calor siguen siendo insoportables, y el futuro es incierto. Prácticamente cada año se quema una parte de los bosques y la vegetación de los alrededores de Atenas. No hay tiempo para que se regeneren. Sobre la tierra quemada se construye ilegalmente, una y otra vez. Posteriormente, esas construcciones se legalizan.
Los incendios anuales y el cambio climático hacen sentir sus efectos. “Nos enfrentamos a una nueva normalidad, consistente en fenómenos naturales extremos y en períodos de lluvias y de sequías, que tenemos que superar”, dice Efthymios Lekkas, profesor de manejo de catástrofes naturales en la Universidad de Atenas. Pero el país no está preparado para esa “nueva normalidad”.
Preparativos ineficaces
Las autoridades contaban desde hace meses con los incendios, cuya temporada empezó este año prematuramente. Ya en marzo se registraron 12. El gobierno había prometido tomar todas las medidas para proteger los bosques.
El ministro encargado de la crisis climática y la prevención de catástrofes, Vassilis Kikilias, firmó a mediados de abril un acuerdo para erigir zonas de protección en las áreas forestales de Ática. El objetivo era mejorar la planificación del combate contra incendios y “reforzar la prevención”. Eso no se logró.
Cóctel explosivo
En Ática, los bomberos intentaron sofocar de inmediato el incendio, pero no lo consiguieron. Ello obedece, por una parte, a la extrema sequía y la ola de calor imperante desde comienzos de junio; y, por otra, a los fuertes vientos que atizaron una y otra vez el fuego.
A eso se suma la falta de personal en el cuerpo de bomberos, la dificultad del terreno y la estrechez de las calles. Lekkas habla de un “cóctel explosivo, que genera esta situación y lleva a la pérdida de bosques que son importantes para el medio ambiente”.
Prioridades erróneas
En general, el Gobierno sigue invirtiendo demasiado poco dinero en la prevención de incendios, pese a los problemas persistentes en la lucha contra el fuego y a que existen suficientes fondos de la Unión Europea a disposición.
De acuerdo con el Instituto ENA, hasta abril de 2024, el Gobierno sólo había gastado en la prevención de incendios un uno por ciento del fondo europeo Recovery. Eso implica que el Ministerio responsable de la materia no ha logrado todavía planificar inversiones en la infraestructura, trabajo de campo o la entrega de vehículos terrestres y aviones.
Lo único que el primer ministro Kyriakos Mitsotakis puso en marcha personalmente fue encargar a Canadá siete nuevos aviones de extinción de incendios Canadair DHC-515. Pero falta mucho para que se terminen de construir y estén listos para entrar en operación.
Entretanto, los vecinos y muchos otros países de la UE envían aviones y bomberos a Grecia. Francia, Italia, la República Checa y Chipre ayudaron de inmediato y hasta el ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, Hakan Fidan, ofreció la asistencia de su país. Cada ayuda para combatir los incendios es más que bienvenida en Atenas.
Por Agencias.