El coronavirus ya ha matado a más de un millón de estadounidenses, alrededor de una persona de cada 330 en el país. Se trata de una de las tasas de mortalidad más elevadas en los países desarrollados. La tasa de Reino Unido es de 1 víctima por cada 379 personas en el Reino Unido y en Francia 1 de cada 455.
En total, más de 203.000 niños perdieron a un padre o una persona a su cargo en Estados Unidos, según un estudio, que resalta el “profundo impacto” de la pandemia en la juventud estadounidense. En lo más fuerte de la ola ómicron, el país registró más de 800.000 casos diarios en promedio, para un total de más de 82 millones de contagios. Pero esa cifra está probablemente subvalorada, debido en parte a la falta de pruebas disponibles al inicio de la pandemia y el éxito de las autopruebas ahora, que no son sistemáticamente reportadas a las autoridades.
Contagios vuelven a subir
Si la pandemia golpeó primero al oeste de Estados Unidos, Nueva York, capital cultural del país y centro mundial situado en la costa este, recibió luego de lleno el impacto del virus. La ciudad que nunca duerme pasó a ser una urbe de muerte, con sus difuntos apilados en camiones frigoríficos y arterias desiertas.
Los habitantes más acaudalados la abandonaron, mientras los menos privilegiados se confinaban. La Gran Manzana suma hasta la fecha más de 40.000 muertes por COVID-19, la mayor parte durante la primera ola en la primavera de 2020. En estos momentos, la tasa de contagio en Estados Unidos está volviendo a subir, posiblemente por causa de subvariantes de ómicron.
Con información de DW