Argentina comenzó el martes la aplicación de las primeras 300.000 dosis de la vacuna rusa Sputnik V contra el nuevo coronavirus pese a las críticas de la comunidad internacional que cuestionó que la autorización de su uso fue apresurada y que Rusia no aportó los datos completos del producto.
Los primeros en recibir la vacuna alrededor de las 9 de la mañana (1200 GMT) fueron los profesionales de la salud de Buenos Aires y las 23 provincias, lo que convirtió a Argentina en el tercer país del mundo en inmunizar con la Sputnik V luego de que Rusia lo hiciera a principios de mes y Bielorrusia comenzara a hacerlo horas antes del país sudamericano.
En la antigua república soviética la vacuna será aplicada primeramente a médicos, maestros y quienes estén en contacto con muchas personas debido a sus trabajos, dijeron las autoridades.
En Argentina, médicos, enfermeras y camilleros recibieron la Sputnik V en centenares de hospitales públicos ante la presencia de funcionarios que han reiterado en los últimos días la “seguridad” de la vacuna.
En Buenos Aires, los primeros en ser inoculados en el Hospital Argerich fueron una enfermera, una bioquímica, una médica, una kinesióloga y un camillero.
El presidente argentino Alberto Fernández destacó que será la campaña de vacunación “más grande de la historia moderna del país”.
“La gente no le presta tanta atención a los cantos que intentan espantar a la vacuna… Es un dilema más de los que quieren, por algún interés, sembrar dudas”, dijo a la prensa Fernández sobre la vacuna que todavía está en fase de estudios tardíos para garantizar su seguridad y eficacia.
Más adelante serán inoculados docentes, personas con enfermedades preexistentes y mayores de 60 años. Todos los vacunados tendrán que recibir una segunda dosis después de 21 días y hasta un máximo de 60.
En Argentina hay cerca de 1,6 millones de infectados y más de 42.000 fallecidos a causa del COVID-19.
En los últimos días los contagios se incrementaron en la zona metropolitana de Buenos Aires.
La vacunación comenzó un día después de que el Centro Gamaleya, desarrollador de la vacuna, informara sobre “efectos adversos serios” en los estudios de la fase III en “12 sujetos” de un total de 12.296, “no relacionados con la vacuna, basados en enfermedades preexistentes y documentadas antes del inicio del ensayo”.
Las dosis llegaron a Argentina el 24 de diciembre en medio de las críticas de opositores sobre la falta de información completa y las “apuradas” gestiones gubernamentales para su obtención.
La controversia también estuvo alimentada por las declaraciones del presidente ruso Vladimir Putin quien sostuvo que la vacuna no era apta aún para los mayores de 60 años y que por tanto él no se la había aplicado.
Finalmente el Ministerio de Salud de Rusia anunció el fin de semana que aprobó el uso de Sputnik V entre personas mayores de 60 años.
Ginés González García, ministro argentino de Salud, consideró que la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) dará luz verde “rápidamente” al uso de la Sputnik V para mayores de 60 años, luego de que Rusia “informó que los ensayos clínicos mostraron una eficacia de más del 90%” para ese grupo etario.
Por su parte, el ministro de Salud de la capital argentina, Fernán Quirós, señaló que “la confianza en las vacunas se logra otorgando la información técnica, que seguramente la tendremos en las próximas semanas” para “evitar este desgaste que nada aporta”.
Algunas voces también han cuestionado que el procedimiento para autorizarla se realizó de forma poco rigurosa, sin contar antes con la aprobación de la ANMAT, pero el ministro de Salud acotó que cuando “el adquirente es el Estado…la exigencia es que el Ministerio de Salud, siguiendo la ley, aprueba (la vacuna)”
Adolfo Rubinstein, quien fue secretario de Salud durante el gobierno de Mauricio Macri (2015-2019), afirmó al respecto que “todas las vacunas reciben aprobaciones de emergencia, porque ninguna terminó los ensayos, pero el mensaje mediante el cual ANMAT la recomendó es un memo que carece de datos”.
“No dudo que la Sputnik V sea una vacuna eficaz y segura. Pero la mejor forma de desarticular la desconfianza es con datos”, sostuvo.
El infectólogo Eduardo López, uno de los asesores de Fernández, cuestionó en declaraciones a The Associated Press que el Centro Gamaleya “no comunicó bien” y su “transferencia de datos científicos vino en forma no ordenada”.
López acotó que ahora está “más optimista porque empieza a haber datos de mayores de 60 años, que si bien no son estadísticamente significativos, se reconoce que hay una tendencia de que la vacuna va a ser efectiva”.
Rusia fue cuestionada cuando aprobó la Sputnik V en agosto después de que se hubiera probado en unas pocas docenas de personas.
Desde entonces, supuestamente tiene a más de 30.000 personas en una fase avanzada de ensayo y es cuestionada por haber publicado poca información sobre los resultados, más allá de cifras básicas de efectividad.
Los laboratorios Moderna y Pfizer compartieron sus datos con los reguladores estadounidenses, quienes los debatieron públicamente.
El gobierno argentino planea también la inmunización con la vacuna de Pfizer -aunque las tratativas para obtenerla están estancadas- y con la que fue elaborada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford.
Con información de AP