La mismidad es una concepción que ofrece varias ventajas y profundos insights. Este concepto, abordado por poetas y filósofos a lo largo de la historia, está relacionado con la identidad, la esencia y la permanencia.
En su poema “Sobre la naturaleza” (c. 515 a.C.), el rapsoda Parménides aborda la mismidad, estableciendo que “lo que es, es” y “lo que no es, no es”. Es decir, defiende la unidad y la inmutabilidad de la realidad.
En sus obras “La República” y “El Sofista”, el filósofo Platón (c. 428-348 a.C.) exploró la relación entre la esencia y la apariencia, destacando la importancia de la mismidad para una mejor comprensión de la realidad.
En abono a la comprensión moderna de la mismidad, el sabio Aristóteles (c. 384-322 a.C.) analizó en sus obras “Metafísica” y “De Anima” la esencia y la identidad, sentando así las bases para entender nuestra propia identidad y esencia más allá de las circunstancias cambiantes.
Ahora, si por animosidad rechazamos el existencialismo de la escuela clásica y oponemos a esta el nihilismo de Friedrich Nietzsche, por considerar a la primera corriente como un molesto zumbido de mosquito, encontraremos que en “Así hablaba Zaratustra” el filósofo alemán cuestiona la noción tradicional de la mismidad y propone una visión más fluida y dinámica de la identidad, libre de influencias externas y valores impuestos.
Esta sucinta explicación viene a cuento por la descarada afirmación que se lee en el comunicado publicado ayer por la ministra plagiaria Yasmín Esquivel Mossa, donde asegura que “el tiempo y las sentencias judiciales le han dado la razón, dejando en claro, no solo ante los medios y la sociedad, sino también ante los tribunales e instituciones del país, que la acusación —sobre el plagio de su tesis por la que obtuvo el grado de licenciada en derecho por la UNAM— se trató de un infundio”.
Siempre he sido defensora y respetuosa del Estado de Derecho, así como orgullosa egresada de la UNAM, mi alma mater. Hoy queda aclarado y concluido lo que fuera un infundio. pic.twitter.com/Damt7lIjlt
— Yasmín Esquivel Mossa (@YasminEsquivel_) December 16, 2024
¿Es legal que un tribunal resuelva que “Toñoñoña” —personaje imaginario con el que construía sus ejemplos el jurista Ernesto Gutiérrez y González— se pueda tirar de un séptimo piso por la ventana? Sí, lo es. Pero no es lógico. Como tampoco lo es creer que “ella —la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación— es la única titular de los derechos de autor sobre su tesis profesional”. Lo dirá la ley, sí; pero la realidad lo contradice.
La ministra Yasmín Esquivel Mossa “es lo que es”, una plagiaria. Y no es —según el sesudo análisis de Guillermo Sheridan publicado en Latinus— “lo que no es”, autora de la controvertida tesis. Esa es su mismidad.