Con el controvertido mensaje: “Dios me salvó para hacer a Estados Unidos grande otra vez”, el republicano Donald Trump se juramentó como el 47º presidente de los Estados Unidos (hasta ahora la nación más poderosa del mundo), anunciando las siguientes medidas:
- Declarará la emergencia nacional en la frontera con nuestro país (para la cual enviará al Ejército con la finalidad de evitar lo que catalogó como una desastrosa invasión).
- Deportará a “millones y millones” de migrantes en situación irregular y restablecerá el programa “Quédate en México” (con lo que la presidenta Claudia Sheinbaum ha manifestado no estar de acuerdo).
- Designará a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras (respecto de lo cual el gobierno de la 4T ha ofrecido cooperación, más no subordinación).
- Propondrá cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América (expresión a la que la mandataria mexicana reviró recientemente sugiriendo renombrar el territorio que Estados Unidos le arrebató en 1848 a nuestro país como la América Mexicana) y retomar el control del canal de Panamá.
- Prometió instaurar aranceles e impuestos a países extranjeros.
- Declarará la “emergencia energética nacional” de EE.UU. para ampliar las perforaciones.
- Advirtió que EE.UU. se retirará del Acuerdo de París sobre el clima.
- Revertirá las políticas transgénero y su administración reconocerá solo dos géneros: hombres y mujeres.
- Buscará poner la bandera de Estados Unidos en el planeta Marte.
“Nada se interpondrá en nuestro camino porque somos Estados Unidos (la clásica excepcionalidad americana) y nuestra edad dorada acaba de comenzar (se siente jefe de la nación indispensable). Gracias. Dios bendiga a América”, concluyó al finalizar su ecuménico discurso. Esto es lo que hay, y con eso hay que tratar. Más allá del patrioterismo cuatroteísta, ¿qué hará el gobierno de México? ¿Qué plan tiene? ¿Estamos listos?