¡Hijos de la!… tierra
Los profesores de la 22 son una monserga, una piedra en el zapato, una broma de mal gusto.
Solo en la mente retorcida de los lideres de esa gremial podría caber la idea de pasar factura a los oaxaqueños por sus acendrados odios contra la 59.
Como dijera el clásico Damián Alcázar —en el papel de Carmelo Vargas en “La dictadura perfecta”— “¡la verdad no tienen madre!”. En esa línea de pensamiento, son una caterva de “buitres, hienas y zopilotes”.
La suya es una amenaza cumplida, impune si bien por gracia del gobierno saliente, pero, artera contra los inocentes ciudadanos.
Dicen odiar a los integrantes del Sindicato de Trabajadores de la Educación de México (SITEM), como si su credo fuse una verdad insondable, como un decreto inconmensurable, como una sentencia inamovible.
¿De qué se quejan los “maístros”, si ellos han hundido a la educación en Oaxaca con sus paros, marchas y barricadas?
¿Qué reclaman los educadores si sus consignas marxistas-leninistas yacen en el basurero de la historia?
¿Qué tanto ha influido Luciano Concheiro en sus “combativos” planes, a tal grado que los retrotrae a las ideas bolcheviques, trotskistas o estalinistas?
¡Despierten señores de la 22! Cancelar los módulos de la 59 es un sueño guajiro en la medida de lo imposible.
Así, los ciudadanos de Xoxocotlán, Zaachila o Cuilapam espetamos sin ambages: su bloqueo es rudeza innecesaria contra nosotros.