Las mexicanas y oaxaqueñas migrantes representan una parte fundamental de las dinámicas migratorias tanto dentro de México como hacia otros países, particularmente los Estados Unidos. La migración de las mujeres ha sido históricamente un fenómeno complejo que no solo responde a factores económicos, sino también sociales, culturales y de género.
A menudo, las mujeres migrantes enfrentan desafíos únicos debido a su doble vulnerabilidad: por ser mujeres y por su condición de migrantes. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2020 más de12 millones de mexicanas residían en el extranjero, y una proporción significativa de ellas provenía del sur de México, especialmente de Oaxaca, que históricamente ha sido uno de los estados con mayor tasa de emigración.
Las migrantes mexicanas, en especial las oaxaqueñas, suelen desempeñar trabajos en sectores como el servicio doméstico, la agricultura, la construcción y la industria de alimentos. Estos trabajos, aunque esenciales, suelen ser precarios y mal remunerados, lo que las coloca en situaciones de vulnerabilidad.
Un dato relevante es que, según el Centro de Estudios Migratorios de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), las mujeres migrantes de Oaxaca enfrentan riesgos particulares, como la discriminación y la violencia, tanto en su lugar de origen como en el trayecto migratorio y en su destino. En los últimos años, se ha documentado un aumento en los casos de violencia de género y trata de personas que afectan a mujeres migrantes, especialmente en los puntos de tránsito hacia Estados Unidos.
Por otro lado, las mujeres migrantes juegan un rol importante en las remesas enviadas a sus familias en México. En 2021, se estimó que las remesas de las mexicanas en Estados Unidos alcanzaron los 12,6 mil millones de dólares, lo que representa una significativa fuente de ingresos para miles de hogares en comunidades oaxaqueñas y otras regiones del sur de México. Estas remesas son vitales no solo para la economía familiar, sino también para el desarrollo local en muchas comunidades rurales.
La migración, en este contexto, no es solo una cuestión económica, sino también un fenómeno que involucra la reconstrucción de identidades, la lucha por los derechos y la búsqueda de una vida mejor, a pesar de las condiciones adversas. Las mujeres oaxaqueñas migrantes, con su fortaleza y resiliencia, continúan siendo piezas clave en la estructura social y económica, tanto de México como en sus comunidades de acogida