México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí, dice una canción que escribió Chucho Monge e inmortalizó el Charro de México Jorge Negrete.
Pues tal vez en aquel lejano entonces, nacer en México era una bendición, porque hoy los nietos del “presidente”, así en minúsculas y entre comillas, prefieren nacer en el extranjero en nosocomios privados donde una cesárea cuesta un dineral y donde si hay un sistema de salud como en Dinamarca o Noruega.
Lo que sí es un pesar, es morirse en México. Quizá hoy cobre sentido morirse lejos y que nos repatríen ya muertos porque, por la falta de analgésicos en nuestro país, morirse es todo un martirio dado que nuestro sistema de salud, pues aún no es como lo prometió el peje, todavía no estamos como Canadá o Noruega y eso que ya pasó la fecha fatal del 1 de diciembre de 2020, cuando amlo dijo que tendríamos un sistema de salubridad equiparable a esos países.
Una investigación del prestigiado periódico “The Economist”, sostiene que México no cuenta con hospitales que ofrezcan paliativos y, acceder a opiáceos, necesarios para el control del dolor crónico y la dificultad para respirar, es necesario realizar toda una odisea.
De esta manera, miles de mexicanos, sobre todo ahora con la pandemia y el mal manejo de la misma por parte del gobierno federal que no supo transitar del Seguro Popular al fallido Instituto de Salud y Bienestar (INSABI), terminan sus días en una agonía dolorosa que lastima tanto a los enfermos, como a sus familiares.
Esa falta de medicamentos analgésicos opioides ha provocado que, para la investigación, sea uno de los peores lugares para morir dado que ocupa el lugar 43 de 80 evaluados por la investigación del índice de Calidad de Muerte, elaborado por este prestigiado diario Británico con circulación internacional, además de la Fundación Lien.
Hay una estigmatización del uso de los opioides en México por la adición que pueden llegar a desarrollar entre quienes los consumen y esa es una de las principales trabas que le ponen a estas sustancias. En 2017, un informe para la Comisión Lancet para el Acceso a los Cuidados Paliativos y Alivio de Dolor, dilucidó que el Sistema de Salud en México, apenas contaba con analgésicos para cubrir el 36 por ciento de los pacientes que los requerían.
Dos años después que es el último dato qué hay disponible la situación ha empeorado porque se solicita menos cantidad de morfina en términos generales y en su equivalente y sólo alcanza para cubrir el 21 por ciento de esos requerimientos, puntualiza uno de los investigadores de la Fundación Lien Héctor Arreola.
Mientras tanto, Felicia Knaul que fue cabeza del trabajo de la Comisión Lancet, dijo que la pandemia vino a empeorar la situación en México porque el ya de por sí escaso medicamento se emplea además para combatir la disnea en enfermos graves de coronavirus.
Así que un enfermo grave o desahuciado en México, está condenado a morir con dolor, por que el actual sistema de salud, no previó la compra de estos medicamentos que son esenciales en el manejo del dolor de dichos pacientes.
Y cuando ese paciente es un niño, la pesadumbre debe ser insoportable para los padres y familiares del menor, porque es un alma inocente la que sufre por la negligencia, la ineptitud y la falta de progenitora de quien hoy dirige y muy mal, los destinos de México.
Por cierto, los padres de familia de los niños con cáncer, ayer volvieron a manifestarse porque las dosis de medicamentos que prometió el peje que llegarían hace una semana, ni siquiera han sido adquiridos y esos niños que, pudieran salvar la vida con los tratamientos de quimioterapia, es muy probable que mueran y con mucho dolor por falta de analgésicos.
Aquellos a los que Hugo López llamó “golpistas”, salieron a la calle ayer para exigir lo que por derecho les corresponde y uno se pregunta, si al peje le dolieron 43 estudiantes de Ayotzinapa que habían secuestrado un camión ¿no siente absolutamente nada por los cientos de niños que están perdiendo la batalla contra el cáncer por su negligencia?
¿De qué está hecho el “presidente”, así en minúsculas y entre comillas que no le duele el corazón, ni se inmuta por el dolor que sienten los niños y sus padres que suplican por ayuda?, ¿en verdad los considera “golpistas”?…
El péndulo no perdona y cuando se le regrese al peje, seguro estoy que va a sufrir, aunque entiendo que su conciencia ya no lo deja vivir, mucho menos pensar.
@leyvaguilar
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