Hasta mediados de enero, Alexander (nombre cambiado) trabajaba en una fábrica, ganando unos 35.000 rublos (480 euros) al mes en turnos nocturnos de 12 horas. Este estudiante de 22 años de la región de Saratov quería ser piloto, pero no fue posible por razones de salud. Por eso se proponía ser auxiliar de vuelo.
A principios de año, pasó con éxito una entrevista en una compañía aérea rusa y una prueba en Volgogrado. Para entonces ya había dejado su trabajo en la fábrica. La aerolínea le ofreció buenas condiciones laborales: formación en Moscú y luego un trabajo con un sueldo mensual de unos 100.000 rublos (1.370 euros).
Pero la formación nunca llegó. El 24 de febrero comenzó el ataque de Rusia contra Ucrania, y las empresas extranjeras empezaron a abandonar el mercado ruso. Además, Occidente impuso sanciones a cientos de personas y empresas, incluso en el sector de la aviación. Además, Occidente cerró su espacio aéreo a los aviones rusos y prohibió la venta, entrega y transferencia de aviones y piezas de repuesto a Rusia.
Por ello, las empresas de leasing retiraron sus aviones. Aunque las compañías rusas siguen sin devolver sus aviones alquilados, estos ya solo sirven para unas pocas rutas nacionales. La formación y el empleo posterior de Alexander se cancelaron. Postular a otras aerolíneas ya no tendría sentido: “Los aviones no se mantienen con normalidad, no se suministran repuestos, por lo que tampoco está claro en qué condiciones están volando. Los riesgos son demasiado grandes para mí”, explica el joven ruso.
La economía retrocede a los años 90
Tatyana Mikhailova, economista y profesora de la Escuela Rusa de Economía de Moscú, señala que las sanciones tendrán efectos a largo plazo, como la exclusión de Rusia de las cadenas de producción mundiales. Las restricciones conducirían al aislamiento y al retraso tecnológico. “La industria de la aviación ya está advirtiendo que se quedará sin repuestos en seis meses. Lo mismo ocurrirá en otras industrias”, dice Mikhailova, que cree que la economía rusa volverá al nivel de los años 90.
La experta subraya que las sanciones afectarán a todos los sectores de la economía que utilizan componentes extranjeros, como la industria automotriz, farmacéutica e, incluso, la agricultura, ya que las semillas también se compran en el extranjero. “Las empresas se verán obligadas a cerrar y a despedir empleados. La demanda de bienes y servicios disminuirá porque la población se empobrecerá, y esto afectará a todas las industrias, hasta las peluquerías”, afirma Mikhailova.
Muchos rusos, agrega, ya están perdiendo sus puestos de trabajo o no pueden encontrar otros porque la demanda de trabajadores calificados está disminuyendo. Según Mikhailova, los moscovitas lo perciben con especial intensidad, ya que muchos de ellos trabajan en finanzas, servicios, marketing y publicidad. En ese sentido, el alcalde Sergei Sobyanin ha dicho que solo en la capital rusa podrían perder su empleo unas 200.000 personas debido a la salida de empresas extranjeras.
Los moscovitas, los primeros afectados
Alyona (nombre cambiado) vive en de Moscú, tiene 19 años y trabajaba como vendedora en la cadena de moda española Zara. El trabajo era fácil de combinar con sus estudios. Sin embargo, a principios de marzo, la empresa informó a los empleados que iban a cerrar sus tiendas en Rusia y ya no debían presentarse a trabajar. “Mis colegas y yo lo esperábamos, pero no tan rápido”, cuenta Alyona.
Todavía recibe dos tercios de su salario y también la paga de vacaciones de este año. “Mi situación no es la peor. Solo trabajaba allí por el dinero y de todos modos quería irme pronto. Ahora quiero desarrollarme y encontrar un trabajo que me guste”, dice Alyona, que estudia diseño.
Marina (nombre cambiado) también quiere un trabajo en el que pueda desarrollarse más. Esta moscovita de 30 años trabaja ahora en marketing digital. Hace unos meses le ofrecieron un empleo en una empresa en la que desde hace mucho tiempo quería trabajar. Pero cuando comenzó la guerra de Rusia contra Ucrania, la gerencia de repente dijo que no contrataría a nuevos empleados.
“Por supuesto que me gustaría encontrar un puesto similar, pero eso suena poco realista en un futuro cercano. Muchas empresas están despidiendo personal y, en general, la demanda de nuevos empleados ha disminuido mucho, sobre todo en el área de marketing”, afirma Marina. Ahora, según ella, ya no se trata de una realización personal sino de una fuente de ingresos. “Hay que alegrarse de cada oportunidad que se presente para ganar un dinero extra”, subraya.
Cientos de miles de desempleados hasta finales de año
En total, más de 600.000 personas podrían perder su empleo en Rusia hasta finales de año, estima en un informe la revista Forbes. La pérdida de empleo provoca también un fuerte impacto emocional, como en Alexander: “Si no hubiera pasado la prueba, habría sido por mi culpa y podría haberlo compensado. Pero sucedió algo que no podía prever ni cambiar, y eso duele”. Ahora, Alexander quiere ocuparse primero de sus estudios y buscar un trabajo después. Por el momento, sus padres lo están ayudando con dinero.
Ninguno de los entrevistados por DW apoya la guerra rusa contra Ucrania. Todos ellos han considerado la idea de irse de Rusia. “Lo hemos pensado, pero aún no tenemos previsto salir de Rusia, aunque tenemos en cuenta esa posibilidad”, sostiene Marina. Alyona quiere primero graduarse en una universidad de Rusia y después migrar a Alemania.
Para Alexander, Moscú iba a ser solo una escala. “Pensé que sería algo con perspectiva”, dice. Desde allí quería irse al extranjero. “Ahora todo se ha vuelto mucho más difícil. Los precios han subido, pero los salarios se han mantenido, y la gente está descontenta con ello. Y ellos no culpan a la política rusa de esto, sino a los que imponen las sanciones”, critica Alexander y admite que realmente quiere irse, pero aún le resulta difícil hablar de ello.
Con información de DW