El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, elogió a Japón, en una videoconferencia en el Parlamento del país nipón, como “la primera nación de Asia en comenzar a presionar a Rusia”. De hecho, el gobierno de Tokio condenó la invasión rusa y se alineó sin titubear con la mayoría de las sanciones occidentales.
Japón congeló los activos del Banco Central de Rusia, de dos bancos importantes y de 500 personas y organizaciones rusas. Se prohibieron las exportaciones de alta tecnología y las nuevas inversiones en ese país. Además, Japón quiere prescindir del carbón ruso y del gas líquido, fruto de un proyecto futuro conjunto en Siberia. 60 de las 168 empresas japonesas presentes en Rusia ya dejaron de operar allí, incluidas Toyota y Sony.
El primer ministro nipón, Fumio Kishida, exministro de Exteriores y de Defensa, quiere que Japón juegue un papel más importante en la política mundial para poder hacer valer mejor sus intereses políticos y económicos, y también aunar fuerzas con EE. UU.
“Japón posicionará su política de seguridad con respecto a la invasión rusa de Ucrania”, dijo a DW el experto alemán en Japón Sebastian Maslow, de la Universidad de Mujeres de Sendai.
OTAN, modelo a seguir
Es probable que Japón se aleje ahora del pacifismo de la posguerra impulsado por el primer ministro, Shinzo Abe. El artículo 9 de la Constitución niega a Japón el derecho a hacer la guerra y a tener un Ejército, sin embargo, Abe permitió a las “Fuerzas de Autodefensa” del país que defendieran a los aliados internacionales, en caso de “amenaza crítica” hacia Japón.
Pero, ante la nueva situación en Ucrania, la élite conservadora en torno a Kishida quiere romper más tabúes con el viejo pacifismo. Hace unos días, los políticos de seguridad del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) pidieron que el presupuesto de defensa se duplicase, en cuestión de cinco años, y que fuera del dos por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). “Todos los países de la OTAN, sin excepción, acordaron aumentar sus presupuestos de defensa en un dos por ciento del rendimiento económico”, dijo Abe en el Foro de Estudios Estratégicos, la semana pasada.
Maslow añade que “además de la guerra de Putin, la amenaza a Japón por parte de China y Corea del Norte también sirve como justificación para un aumento del presupuesto”. Según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (SIPRI), Japón aumentó el gasto en defensa en un 7,3 por ciento, unos 54.100 millones de dólares, en 2021, el aumento anual más alto desde 1972.
Capacidad para contraatacar
Los expertos en seguridad del PLD también pidieron la introducción de armamento que pueda prevenir los ataques enemigos con misiles antes de que estos sean lanzados. Sin embargo, tal capacidad de llevar a cabo un ataque preventivo, como ya lo pidió Abe, estaría en contra de la postura pacifista recogida en la Constitución.
Hasta ahora, las armas nucleares siguen siendo un tema tabú. El exprimer ministro Abe sugirió recientemente que Japón, al igual que Alemania, debería permitir las armas nucleares estadounidenses en su propio país. Pero Kishida rápidamente descartó las consideraciones de Abe por los tres principios que rigen en Japón: no construir, no poseer y no permitir el despliegue de armas nucleares.
Con información de DW